dimecres, 24 de febrer del 2016

LA MUERTE DE ROSALÍA DE CASTRO


Encargó a sus hijos quemasen los trabajos literarios que, reunidos y ordenados por ella misma, dejaba sin publicar, dispuso se la enterrara en el cementerio de Andina, y pidiendo un ramo de pensamientos, la flor de su predilección, no bien se lo acercó a los labios sufrió un ahogo que fue el comienzo de su agonía. Delirante, y nublada la vista, dijo a su hija Alejandra: “Abre esa ventana, que quiero ver el mar”, y cerrando sus ojos para siempre, expiró.

González Besada

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