Encargó a sus hijos quemasen los trabajos literarios que,
reunidos y ordenados por ella misma, dejaba sin publicar, dispuso se la
enterrara en el cementerio de Andina, y pidiendo un ramo de pensamientos, la
flor de su predilección, no bien se lo acercó a los labios sufrió un ahogo que
fue el comienzo de su agonía. Delirante, y nublada la vista, dijo a su hija
Alejandra: “Abre esa ventana, que quiero ver el mar”, y cerrando sus ojos para
siempre, expiró.
González Besada

Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada