Al hablar del dolor en Rosalía hay que hacer una distinción
fundamental. De una parte están las penas, es decir, los golpes de la
desgracia; por otra, el dolor. Las penas se reiteran, pero tienen un carácter
accidental, transitorio; el dolor es continuo, no está vinculado a ningún hecho
concreto; es como un poso que la vida ha dejado en su alma. Las penas son algo
que nos llega de fuera; el dolor viene de dentro. Las penas están vinculadas a
su biografía individual; el dolor excede los límites de su propio yo: es dolor
de ser hombre, dolor de existir.

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