Para Espronceda la figura del pirata representa al ser
superior, caracterizado por el desprecio y transgresión de las normas y leyes
de la sociedad. Su ideal consiste en vivir la vida plenamente (y de manera
peligrosa también), actuando siempre al margen de los convencionalismos
sociales. Se produce así un rechazo a los valores de la Ilustración no tan sólo
de los materiales (utilidad, provecho, etc.), sino también al Racionalismo
dieciochesco. En el conflicto entre la razón y la voluntad, Espronceda y los
románticos conciben a la razón como sierva de la voluntad.

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