Bécquer distinguió dos tipos de poesía en su época:
· Una
poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la
meditación y del arte, que se engalana con todas las pompas de la lengua, que
se mueve con una cadenciosa majestad, habla a la imaginación, completa sus
cuadros y la conduce a su antojo por un sendero desconocido, seduciéndola con
su armonía y su hermosura.
· Otra
natural, breve, seca, que brota
del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y
huye, y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre,
despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin
fondo de la fantasía. (Esta última es la poesía que Bécquer prefiere).

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